GLOBALIZACIÓN: REFORMA ENERGETICA
México
debería seguir el ejemplo económico de China (Alejandra Mercado)
Mientras que Argentina, Brasil y
China, aprovechan la expansión del mercado chino, y son ellos los actuales
proveedores de materias primas como cobre, hierro, soya, algodón y los empresarios
mexicanos siguen durmiendo en sus laureles, además de que China se convierte en
el principal captador de Inversión Extranjera Directa, desplazando a todo
Latinoamérica. Analistas mencionan que México es un caso perdido ante China, a
menos de que México pueda persuadir a sus inversionistas de que le cierren las
puertas al mercado chino, lo cual se ve muy lejos de la realidad.
Solo queda decir que la globalización es buena
únicamente para algunos, pero para los pobres no, tal vez no los deje más pobres
pero no les ayuda, mientras las grandes esferas en el poder, que son la minoría
de la población, son las más beneficiadas. Además de que los beneficios de la
globalización no son repartidos equitativamente. Y la clase media siempre sale
pagando los platos rotos.
La globalización y la
reforma Energética (Ricardo Cisneros Hernández)
El gobierno y los empresarios con capacidad para
competir en la explotación del petróleo y la electricidad festejan la reforma
energética, que innegablemente rompió con los antiguos tabús y paradigmas pero
cuya eficacia y beneficio popular es difícil de juzgar. Sin embargo, si podemos
contextualizarla en hechos ciertos para no echar las campanas al vuelo y
tampoco satanizar las nuevas leyes. El escenario real de la reforma es la
globalización; y en él debería de aquilatarse por la importancia del petróleo y
el poder mundial económico y político de los actores. Los pilares de la
globalización son las libertades de mercado, de tránsito de personas y
mercancías y de flujo de capitales. Los efectos hasta ahora son dramáticamente
contrastantes: ha beneficiado a países con alianzas internacionales; y el
desarrollo inaudito de la ciencia y la tecnología; ha fomentado los
consorcios mundiales más poderosos que varios estados y la acumulación de
riquezas; pero a costa del aumento de la pobreza y la depreciación de los
recursos naturales con su secuela de crisis alimentarias, analfabetismo,
violencia, enfermedad y marginación. La fortuna de los 200 hombres más ricos
suma el PIB de las 43 naciones más pobres; y la quinta parte de la población
más rica posee el 80% de los recursos económicos mundiales. La globalización
carece de una concepción humanista integral y ha entronizado a los intereses
económicos. La doctrina llama globalización controlada a la que se
da por la cooperación entre estados; y salvaje a la que imponen los consorcios
internacionales. Ambas debilitan las soberanías nacionales para
internacionalizar y uniformar el derecho y los tribunales. México avanza en ese
sentido: primero la doctrina y la praxis política minaron el nacionalismo y la
soberanía, hasta que fueron considerados negativos para el desarrollo; y
segundo se han ido reformado las leyes y haciendo nuevas para limitar el poder
del Estado y facilitar la participación de las empresas mundiales. Entre
las reformas destacan la inclusión en la Constitución de los tratados
internacionales en derechos humanos; los municipios autónomos regidos por sus
usos y costumbres; el nuevo sistema de justicia; el Código de Comercio; la Ley
General de Sociedades Mercantiles y la Ley del Mercado de Valores. Me
parece que la nueva legislación energética responde en gran parte a ese
propósito. Ahora bien, la globalización es un hecho consumado y es
inevitable la participación de México; lo que sí podemos y debemos de hacer es
defender el humanismo para el restablecimiento de la dignidad integral del
hombre a través de la justa distribución del trabajo y de los frutos; y, así,
remediar la segregación y la pobreza.
Autor: Jorge Alberto Macías Trejo
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